Un hermoso e inquietante capítulo de la poesía ecuatoriana nos ofrece en este libro urdido en dos tiempos aparentemente adversos, pero complementarios, su autora Margarita Laso. Uno, el tiempo de la mirada que ausculta y del oído atento, entregados todos los sentidos en una suerte de levantamiento del mundo desde sus más leves indicios. Otro, el tiempo del alma, abismal y luminoso, en un solo haz; el tiempo del ser transfigurado por un afán irrefrenable de trascendencia y que, no obstante, no puede eludir el registro de la realidad, de un cierto sentido de la realidad, en un arrebato inacabable En el ínterin, una experiencia interestética de la que el lector no puede salir impune: del mundo así inventariado, de la reiteración significativa de ciertos mitos clave y universales, a la espléndida re-interpretación de los laberintos del arte, un re-descubrimiento de instancias de nuestro de venir como, por ejemplo, la Escuela Quiteña, en una escritura que capta el instante como lo haría el más diestro pintor y recrea atmósferas inasequibles, entre ellas, las conventuales y en el fondo, a la par, las distintas gradaciones de la luz y también del silencio: la elevación mística del ser. Libro inscrito en un itinerario que viene desde Sor Juana Inés de la Cruz, la gran mística mexicana, y que, en el espacio temporal que media entre estas dos voces, registra otras tal vez desconocidas, pero que nuestra poeta re-descubre implícitas en sus acuarelas, en esos óleos y vitrales suyos hechos de palabras. Un libro que nos revela, fresco y profundo. una poeta significativa de nuestro tiempo, en trance incesante de creatividad v reflexión. -conceptual y físicamente, pues hablo también, una vez más, de la luz- sobre las cosa de este mundo.
Francisco Proaño Arandi